Ser voluntario en verano
Durante el año, la falta de tiempo es más que evidente: jornada laboral, días más cortos y los proyectos dificultan en la medida de lo posible tener la capacidad de ser generoso para realizar proyectos de voluntariado y compartir unas horas a lo largo de la semana en la ayuda social. Por ello, con la llegada del verano, son muchos los jóvenes que apuestan por tener una experiencia de este tipo.
Los más luchadores son aquellos que se van lejos de casa durante varios meses para trabajar en países en claro contacto con la pobreza. Pero por supuesto, también es posible hacer mucho bien en la propia ciudad de residencia, de hecho, existen diferentes organizaciones encargadas de trabajar en esta dirección.
Tener una experiencia como voluntario en verano puede traerte la posibilidad de conocer gente nueva, es decir, podrás hacer nuevos amigos. Además, también podrás tener un tiempo ocupado. El ocio excesivo tampoco es bueno, merece la pena buscar un sentido a la rutina cotidiana.
Existen diferentes campos de acción: por ejemplo, es posible trabajar en la ayuda a los discapacitados, también es posible acompañar a niños enfermos en los hospitales o a ancianos que viven solos en sus casas, puedes disfrutar el presente en contacto con la generosidad de compartir, en medio de ese juego mágico que implica dar y recibir.
Con la llegada del verano no sólo es posible programar un viaje estival para conocer un destino en el que poder disfrutar del mar o de la montaña, en función de las preferencias personales. También el verano es una buena época para tener la profundidad de ser voluntario y disfrutar de una experiencia más espiritual.
Existen organizaciones de calidad con las que merece la pena participar, por ejemplo, el Teléfono de la Esperanza. Además, el personal voluntario recibe una formación muy profunda antes de poder dar cursos o atender el teléfono. Por otra parte, el Banco del Tiempo también es una entidad muy dinámica en la que cada voluntario aporta aquello en lo que es experto. Por ejemplo, si dominas un idioma puedes dar clases particulares.
Imagen: De amicitia