Sin duda, pasar a la historia es un mérito que tienen pocos personajes ilustres. En un mundo en el que a veces, se valora mucho lo superficial, por ejemplo, la fama del actor del momento, existen hazañas mucho más notables que merecen un reconocimiento a nivel social.

Hoy, tristemente, ha muerto un hombre que dejó huella no sólo en la Tierra sino también, en la Luna. El astrónomo Neil Armstrong nos ha dicho adiós, pero está claro que su nombre quedará marcado para siempre en los libros de historia, en internet, en las enciclopedias y en todos aquellos que de una forma indirecta fueron testigos de un paso decisivo en la evolución hacia la modernidad de la sociedad tecnológica.

Seguramente, los filósofos griegos, nunca hubieran pensado en medio de su sabiduría, que un día, el hombre podría acortar distancias en el universo para explorar el espacio. Algo que es posible gracias a la investigación constante y el trabajo de todos aquellos que tienen una curiosidad infinita por conocer de primera mano ese universo infinito que contemplamos con una belleza especial en las noches de verano.

Una noche de verano que hoy, brilla de una forma más especial en memoria de Neil Armstrong. Ha fallecido a los 82 años de edad después de una vida intensa repleta de duro trabajo. De hecho, a pesar de que él alcanzó la popularidad a nivel mundial, en realidad, él simplemente, se consideraba un trabajador que cumplía con su función y con su vocación. El 20 de julio de 1969, este gran hombre pisó la Luna y pronunció su mítica frase: “Este es un gran paso para el hombre, y un gran paso para la humanidad”.

Sin duda, la ciencia sigue avanzando, pero está claro que el presente siempre sienta sus cimientos en el saber de los hombres que nos precedieron. Todos en la medida de nuestras posibilidades poder contemplar la belleza estética del inmenso espacio, por ejemplo, en un plan con amigos en el planetario. O simplemente, observando el cielo en la inmensidad de la noche donde las estrellas tienen un resplandor más potente.

Ha muerto Neil Armstrong: descanse en paz.

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