Martes y trece: superar las supersticiones
Muchas personas son supersticiosas, viven sometidas a rituales que les conectan con la aparente buena suerte. Dentro de las supersticiones más habituales tenemos la del martes y trece. Fecha que, por cierto, hoy celebramos. Pues bien, desde un punto de vista emocional, una superstición no tiene ningún sentido ni ningún fundamento por lo que puede ser un reto a nivel personal empezar a superar las barreras para estar bien con uno mismo. ¿Cómo ser más libre a nivel interior?
En primer lugar, cambiando el concepto de suerte para entender que la suerte en realidad, nace de uno mismo es un trabajo interno que surge de la fuerza de voluntad, el pensamiento positivo y la ilusión. Las supersticiones se pueden convertir en una adicción cuando la persona no puede prescindir de esa dependencia en su rutina diaria para tener un buen nivel de bienestar.
El martes y trece es mejor tomarlo con sentido del humor. La realidad es que muchas personas habrán tenido un día fantástico en esta fecha porque en realidad, la felicidad no entiende de fechas en el calendario. Las supersticiones muchas veces, se inician casi sin mucha importancia y de pronto, adquieren una trascendencia notable en la vida de una persona. Los artistas generalmente, son los más receptivos a la hora de confesar que tienen supersticiones a la hora de salir al escenario.
Merece la pena tomar con sentido del humor todo aquello que tenga que ver con las supersticiones, aprender a relativizar para no dar un valor absoluto a algo que en realidad es anecdótico. Cualquier persona aspira a tener buena suerte en la vida, sin embargo, en realidad, en la vida existen momento buenos, malos y regulares. Instantes de plenitud y otros de una felicidad más relativa porque en la vida es imposible ser feliz las 24 horas del día y existen momentos de sufrimiento, dolor y de tristeza.
Este martes y trece, queda atrás como algo anecdótico y divertido en el calendario puesto que el martes y trece suele ser tema de conversación habitual entre conocidos, aunque sea, a modo de broma.