Hacer visitas a personas mayores que viven solas
Existen muchas personas mayores que viven solas en sus casas sin tener más compañía que la de la televisión que se convierte en la gran aliada para romper el silencio que se vive en tantos hogares.
La soledad en su justa medida es muy buena pero cuando se vuelve crónica, y todavía más en la tercera edad, es muy dura. Por ello, a nivel social, es una responsabilidad común y un trabajo de equipo vivir pesando en el bien de todos. Cualquier persona en la medida de sus posibilidades puede hacer mucho bien al entorno más cercano sin realizar ni siquiera labores de voluntariado en una organización. La realidad cotidiana del día a día también te permite conocer situaciones de dureza.
Una forma sencilla de llevar un poco de esperanza a las personas mayores que viven solas es a través de las visitas, es decir, puedes establecer el compromiso contigo mismo de acudir un día a la semana a visitar a otra persona para charlar, darle una alegría, salir a pasear y compartir un momento. Aquello que para ti puede no suponer mucho esfuerzo para el destinatario de esas acciones puede suponer todo un mundo en tanto que gracias a tu compañía, rompe la rutina y el silencio amargo de la soledad.
Hacer visitas a personas mayores que viven solas es una forma muy eficaz de aportar tu granito de arena a la felicidad de otra persona pero también, a tu felicidad propia puesto que cuando practicas el bien, esa bondad vuelve a ti y te sientes muy bien contigo mismo.
Vivimos en una sociedad que tiende al individualismo, en especial, en las grandes ciudades.
Uno de los efectos positivos de la crisis es que ha minado ese individualismo gracias a la solidaridad común. Sin embargo, la soledad que viven muchas personas mayores, en especial, en las grandes ciudades es muy palpable. Y conviene asumir esta realidad sin mirar hacia otro lado.