El peligro del orgullo mal curado
La verdad es que el orgullo es un arma de doble filo. Tan malo es no tener nada de orgullo como tener demasiado, es decir, como tener una soberbia desmedida que te lleva a creerte alguien por encima de los demás. Por el contrario, aquellas personas que no tienen nada de amor propio terminan rebajándose en muchas situaciones, no saben cuál es su valor. En las relaciones personales no debes mendigar el cariño de nadie, al contrario, debes saber que mereces el respeto y el cariño de tus amigos y familiares.
Pues bien, el peligro del orgullo mal curado es aquel que te tiene paralizado en medio de un conflicto. Por una parte, quieres pedir perdón a una persona, o al menos, olvidarlo todo y reconciliarte con ella. Por otro lado, tienes la espina clavada de algo que no puedes superar. No es fácil determinar dónde esta el límite de lo correcto, sin embargo, cuando hablamos de relaciones interpersonales, el bienestar está en ti. Es decir, escucha tus emociones y deja que las cosas salgan de tu corazón.
No tengas incluso miedo de tomar la iniciativa de un reencuentro con alguien que tal vez, te hizo daño en el pasado. A lo mejor, con la perspectiva del tiempo has podido comprender mejor a la otra persona, saber qué pudo pasar por su mente, o al menos, comprender sus errores. Porque todos cometemos fallos.
En el día a día, puede que te encuentres con personas muy orgullosas. Este modo de ser se refleja incluso en el lenguaje corporal de tensión y rigidez. Sin embargo, también puedes conocer a una persona humilde que de quien realmente, debes aprender para vivir de una forma más sabia, evitando conflictos innecesarios, potenciando el amor y la comunicación, pero especialmente, compartiendo la vida con los demás.
¿Cómo se puede curar el orgullo? Olvidando el pasado, es decir, haciendo el esfuerzo de empezar de nuevo de verdad de una forma consciente porque la vida es una aventura que merece de verdad la pena. Pero una de las cosas más importantes que debes aprender es que es esencial perdonar tanto a los demás como a ti mismo.
Imagen: Kostone