Las emociones interfieren en la rutina diaria de cualquier persona y es que, el estado de ánimo cambia. Un estímulo externo te produce una reacción determinada, por ello, es importante aprender a manejar con inteligencia emocional los sentimientos y las emociones. Sin duda, la tristeza, la ira, la rabia, el enfado, el rencor, el miedo, te afectan de un modo negativo en el día a día porque te roban energía y te hacen ver la vida y la realidad con los ojos de la desconfianza.

Por el contrario, la ilusión, el optimismo, la alegría, la esperanza y la generosidad te ayudan a vivir con apertura mental y con seguridad en ti mismo. ¿Cómo puedes aprender a controlar tus emociones?

1) Escribir en un diario tus sentimientos más frecuentes en el día a día es una buena idea para poder objetivar tu mundo interior. No sólo puedes exteriorizar tus vivencias en la conversación con un amigo sino que también puedes sacar fuera todo lo que llevas dentro a través de la escritura.

2) Cambia el pensamiento negativo por el pensamiento positivo. Es decir, empieza a cambiar tu manera de pensar. Existen pensamientos positivos que debes tener siempre en tu mente: “Sí puedo”. Muchas personas se convierten en víctimas de sí mismas a base de vivir pensando que no pueden. De este modo, ni siquiera lo intentan. La realidad es que merece la pena arriesgar, luchar e intentar transformar la realidad a través de la acción.

3) Las emociones también interfieren en las relaciones interpersonales. Es decir, por ejemplo, un enfado deja su huella entre dos amigos o en el seno de la pareja. Por ello, es mejor controlar la ira para no decir cosas que no sientes de verdad en un momento de rabia. Antes de hablar siempre debes pensar en las consecuencias que pueden tener tus palabras.

4) El equilibrio emocional te aporta calidad de vida y mucho bienestar en tu rutina diaria. Para poder tener dicho equilibrio debes quererte mucho a ti mismo y cuidar de ti igual que si fueses tu mejor amigo.

Existen emociones relativamente frecuente en nuestros días que no son nada agradables: la ansiedad y el estrés.

Imagen: Centro Mujer