El placer, una fuente de bienestar
A veces, se toma una actitud inadecuada ante el placer. Por una parte, se corre el peligro de equiparar el placer físico con el bienestar absoluto. Pero por otro lado, también es posible que algunas personas consideren una frivolidad tomar el placer como una fuente de bienestar. Lo cierto es que el estudio del placer se remonta siglos atrás puesto que el propio filósofo Tomás de Aquino afirma con agudeza que todo placer es un remedio para hacer frente a la tristeza.
Existen muchos tipos de placer, no sólo a nivel físico como por ejemplo, darte un baño caliente y relajarte, disfrutar de una buena comida en una agradable compañía, tomar el sol en un banco de un parque con un bonito paisaje, comprar esa blusa que tanto te gusta… También existen placeres de tipo intelectual como por ejemplo, leer un buen libro con el que te emocionas, disfrutar de una película en la gran pantalla, profundizar en una agradable conversación con un amigo sobre temas universales como el ser humano, la vida, la muerte, la felicidad…
El placer es una fuente de bienestar. Conocer esta información te puede ayudar a asumir que debes cuidar de ti mismo siempre, y no como un principio egoísta sino como un principio de salud no sólo física sino también mental. Dicho esto, también conviene explicar que la vida y la felicidad va mucho más allá del placer. O al menos, conviene asumir que en la vida existen momentos de todo tipo: situaciones de dolor y sufrimiento, la muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo son sólo algunos de los ejemplos que puedes encontrar en tu día a día y en tu destino.
Para ello, incluso en las situaciones de dolor, debes intentar cuidarte y darte pequeños placeres. Por ejemplo, para superar la tristeza es bueno que te alimentes bien, que duermas perfectamente y tengas unos horarios de descanso adecuados, es positivo que des un paseo diario contemplando la belleza de un paisaje. Por supuesto, el placer de un abrazo es infinito y te ayudará enormemente a sentir el cariño de aquellos que te quiren.
Imagen: Osho